domingo, 25 de agosto de 2013

II

Clava sus pies de plomo
En la fría, yerta, tierra
Que recorre el sendero
De los que tienen mirada eterna.

Susurra en sus pútridos oídos
Los clamores vociferantes del hastío,
Mas ellos no contestan;
Solo larvas pueden hablar con ellos.

Una cárcel de mármol sempiterna,
Que esconde sangre y arena en su haber;
Para las inanes miradas
Que en cada una de ella espera.

Y el cielo burlesco se torna en negro,
Para el errante que camina desalentado.
Que sueña ser preso de ese mármol

Y aún sigue con los pies clavados.

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